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La tierra del fuego (tú)

***

Amor del fin del mundo
que me vuelve moribundo
Con tu piel, tierra de fuego
quiero irme y me da miedo
quizas es porque te quiero
y no quiero abandonarte

Yo dare la vuelta al mundo
y a tu olor de mar profundo
volvere, por que te quiero

Yo sere tu vagabundo,
por tu cuerpo y por tu mundo
que es la tierra de mi fuego

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LLena de frutas leves en los labios Adornada con mil flores disimiles Gloriosa En los brazos del sol Dichosa Como un ave familiar Cautivada Con una gota de lluvia Mas hermosa Que el cielo de la mañana Fiel Hablo de un jardín de un arbolito, de un Sueño pero ciertamente quiero

DEDICATORIA

Para mi amigo, el muy trinchón, el que concibe la poesía como carrera de caballos, primer vals en sociedad, Rayuela entre señoritos de la high, nariz monona, cuello estirado, rabo al aire, o como el clásico concurso para nenitos trastornados: “Yo soy el niño más bonito de la clase”. Para mi amigo, el ruiseñor capeado con la firme, atlética y muy mamona convicción de que será la vida quien se encargue de acomodarle sus cuerazos… Muy jaladamente, tu seguro gladiador: nativo de Mixcoac de ninguna manera ciudadano del mundo, que como vos seguramente sabéis por vuestra privilegiada memoria de grabadora alemana, no es sino el gingle de trasnacional marca de cigarros. (Mario Santiago, 1953, del libro "Aullido de cisne")